
En los últimos años el sector del fitness (como muchos otros sectores) se ha visto afectado por la carrera de “a ver quien la tiene más grande”. Esto se traduce como la carrera por ser la empresa que más gimnasios tiene en España, Europa o el mundo.
Detrás de estas empresas hay grandes fondos inversores que especulan con estos activos a niveles macroeconómicos. La cuestión no es la rentabilidad, el ebitda o el servicio que se dé, la cuestión es tener más activos (gimnasios) que la competencia, aunque estos sean una verdadera ruina.
La carrera por crecer y crecer, debido a la carencia de buenas ubicaciones actualmente, se hace a base de talonario comprando centros deportivos que ya están en funcionamiento para añadirlos a la propia empresa. Estas compras en algunos casos son muy favorables pero en otros no lo son tanto, y es que nadie da “duros a reales”, es decir, un gimnasio verdaderamente rentable no sale nada barato comprarlo.
Entonces podemos preguntarnos, ¿dónde está el negocio?. Como hemos comentado, estas cadenas se usan para especular a niveles macroeconómicos, pero lo cierto es que detrás de una compra grande como estas, la cadena necesita una estructura de trabajadores que hagan funcionar la empresa: administrativos, contables, directores de zonas, recursos humanos, directores tecnológicos, etc. Estos puestos no generan dinero (ya que en estas empresas lo que genera dinero son los propios gimnasios), sin embargo, suponen un cuantioso gasto que no siempre está acorde con los ingresos percibidos, todo ello añadido al desembolso económico que supone adaptar un gimnasio entero nuevo o recién adquirido a la propia cadena (obras, pintar con los colores corporativos, materiales nuevos por acuerdos con proveedores, maquinaria nueva, equipaciones nuevas, etc.)
Todo esto hace que los gimnasios que se compran que a priori eran muy rentables, dejen de serlo para tener que amortizar una inversión en muchos casos innecesaria y mantener una estructura frecuentemente extradimensionada, con el consecuente fracaso económico augurado.
Y uno podría pensar que el servicio mejora mucho en estas cadenas… pues esto también es cuestionable. Aunque en algunos aspectos el servicio al abonado suele ganar, en otros aspectos no tanto, y es que cada gimnasio en las grandes cadenas tienen una realidad social diferente. Quizás una misma cadena tiene un gimnasio en Bilbao en un barrio de clase media/alta y uno en Murcia en un barrio de clase media/baja. Cada gimnasio de una cadena tiene unas peculiaridades diferentes al otro y es un grave error tratarlos a todos bajo los mismos protocolos. Los clientes o usuarios no se van a comportar igual en un gimnasio en Sevilla en verano, en donde la temperatura es raro que baje de 40 grados que en Oviedo, que hace una temperatura mucho más agradable en la misma época del año. Tampoco será igual los clientes de un barrio rico que de un barrio pobre, o de una ciudad de interior o una ciudad de playa…
Todo esto queremos traducirlo en que es un error trabajar con los mismos protocolos para grandes cadenas ya que cada gimnasio tiene una realidad diferente y en muchos casos el que hace los protocolos es un señor o señora sentado en su despacho y pensando sólo en su centro deportivo.
En resumen, en el mundo del Fitness muchas veces “menos es más”.