Vivimos en el mundo 2.0. La tecnología ha copado prácticamente todos los ámbitos de la vida y el sector del fitness no iba a ser menos. El fin de la tecnología es mejorar y facilitar las cosas cotidianas a las personas, pero, ¿Qué ocurre cuando esto no es así? En muchos casos se vuelve contraproducente.

En los gimnasios cada vez más encontramos que ya es un ordenador (un totem) el que te pone la tabla de ejercicios y te muestra cómo hacerlos, tienes que reservar clases por una aplicación antes de asistir a ella y consultar los horarios en una página web.  Ya no hace falta preguntar qué monitor va a dar una clase porque está todo registrado en la app. La misma tecnología te registra los ejercicios y te va mostrando tu evolución. Te informas del día a día a través de las redes del gimnasio, pero… ¿Qué ocurre cuando un eslabón de estos falla? ¿Es operativo y funcional todos estos procesos…?

Para empezar, haciendo un símil con la hostelería, la pandemia introdujo las cartas en QR. A priori es una mejora pero lo cierto es que a todos nos gusta más leer la carta de un bar en papel. A día de hoy son muchos los bares que no te dan la opción de carta en papel con la consiguiente incomodidad para los clientes de tener que escanear el código y leer en el móvil individualmente un carta.

En los gimnasios pasa algo parecido. Son cada vez más los que te exigen un conocimiento tecnológico para todos los procedimientos del gimnasio, desde altas, bajas, reservas… Sí sólo ofreces esa vía, estás generando mucho descontento en muchos de tus clientes. La tecnología es buena siempre que ayude, aporte y facilite. En cuanto la tecnología dificulta se convierte en un problema que la mayoría de los gestores no tiene en cuenta.

Otro hándicap de la tecnología es que en la mayoría ocasiones los clientes van al gimnasio para desconectar de su día a día, se meten en clases dirigidas para sudar y entrenar. Obligarles a llevar el móvil encima en el gimnasio hace que muchos de los clientes no tengan su ratito de desconexión digital, algo que consideramos muy necesario. Al final nos estamos deshumanizando poco a poco y en los gimnasio se busca también socializar, un elemento que no se tiene mucho en cuenta pero que es un gran fidelizador.

Como hemos mencionado antes, todos los procesos tecnológicos para que sean útiles deben funcionar como un reloj suizo, es decir, tengan una página web funcional y actualizada, la app funcione a la perfección y estén todos los procedimientos digitalizados. Es frecuente encontrar gimnasios que exigen este conocimiento tecnológico del que hemos hablado antes y a la hora de la verdad o la app no funciona como debe porque no están introducidos los datos correctamente, o la web no está actualizada (tarifas, horarios…), o las redes sociales no se mueven desde hace meses… Todo esto genera mucho descontento en nuestros clientes. También hay que tener en cuenta que en la mayoría de gimnasios hay un gran porcentaje de personas mayores apuntadas que tienen muchas dificultades con tanta tecnología.

En resumen y para concluir, desde GestionaFitness somos partidarios de hacer un uso coherente y en muchos casos limitado de la tecnología. Al gimnasio se va a hacer actividad física y desconectar del estrés diario. Por eso pensamos que tiene que convivir los horarios en la app y en la web con un horario físico en el tablón de anuncios, la app para reservar un sitio en una clase dirigida con la posibilidad de entrar sin reserva (siempre que haya hueco), la posibilidad de darte de alta virtualmente con la posibilidad de que te den de alta el personal de recepción…  Hacer un uso responsable de la tecnología y por supuesto siempre apostar por el trato humano.